Sálvese quien pueda. Inseguridad en la capital rebasa límites por incapacidad de El Poncho 

 

Todo apunta a un gobierno municipal ausente, rebasado y sin rumbo, mientras Tlaxcala se convierte en un campo libre para la delincuencia organizada y común.

 

El municipio de Tlaxcala bajo la administración del alcalde Alfonso Sánchez García, se ha convertido en un foco rojo de violencia, descontrol e impunidad. Mientras los ciudadanos viven con miedo, el edil parece más interesado en su proyección política personal que en garantizar la seguridad de sus gobernados.

El reciente asalto a mano armada en la colonia La Joya, donde pasajeros de una unidad de transporte público fueron despojados de sus pertenencias por un comando armado, es solo el reflejo de una crisis que ya se salió de control.

El hecho ocurrió a plena luz del día y a escasos metros de instituciones de salud, sin que hubiera presencia preventiva de ninguna autoridad.

Pero lo más grave no es el asalto en sí, sino la total indiferencia del gobierno municipal, que no ha implementado estrategias claras ni resultados visibles para combatir la creciente ola delictiva.

Vecinos denuncian robos, amenazas, extorsiones y agresiones cada vez más frecuentes, mientras las patrullas brillan por su ausencia y la respuesta de las autoridades es mínima o inexistente.

Los habitantes han levantado la voz en repetidas ocasiones, sin que sean escuchados. “Nos sentimos abandonados. El presidente municipal no da la cara, no habla de seguridad, no recorre las colonias. Solo lo vemos en eventos y redes sociales”, comenta un vecino de Tlapancalco.

Todo apunta a un gobierno municipal ausente, rebasado y sin rumbo, mientras Tlaxcala se convierte en un campo libre para la delincuencia organizada y común.

La Fiscalía ha abierto investigaciones, pero sin apoyo efectivo del ayuntamiento, estas quedan en papel mojado.

Tlaxcala está en manos de la delincuencia, y la administración de Alfonso Sánchez García ha demostrado ser incapaz —o simplemente no estar interesada— en revertir esta situación.

Mientras tanto, los ciudadanos pagan las consecuencias de un gobierno que ha perdido el control de las calles.