Personal del Ayuntamiento de Apizaco deja en ridículo a Rivera; no lo dejaron hablar 

 

El alcalde, sin intervenir, fue señalado por su desinterés y falta de compromiso directo, lo que generó molestia entre los comerciantes mayoristas.

 

 

La reunión sostenida este lunes entre autoridades municipales y representantes del comercio informal en Apizaco, lejos de representar un verdadero ejercicio de diálogo, evidenció la falta de liderazgo del presidente municipal, Javier Rivera Bonilla, quien, según comerciantes presentes, se limitó a escuchar sin emitir palabra alguna ni dar respuestas concretas a las demandas del sector.

 

Durante el encuentro, realizado para atender la creciente inconformidad ciudadana por el desorden comercial en la vía pública, fueron únicamente los funcionarios municipales quienes tomaron la palabra e intentaron mediar en la discusión.

 

El alcalde, sin intervenir, fue señalado por su desinterés y falta de compromiso directo, lo que generó molestia entre los comerciantes mayoristas.

 

Los asistentes reprocharon al edil su nula atención previa a sus peticiones, acusándolo además de permitir prácticas abusivas como cobros excesivos por organización, operativos con uso excesivo de la fuerza pública, así como rondines intimidatorios que afectan la actividad económica de los vendedores informales.

 

“Venimos a dialogar con el presidente, no con sus representantes. Pero una vez más nos topamos con su silencio y su indiferencia”, reclamó uno de los comerciantes, quien también denunció la falta de transparencia en la credencialización y los cobros aplicados por el Ayuntamiento.

 

A pesar de los supuestos acuerdos sobre reducción gradual de agremiados y reordenamiento del comercio, los comerciantes aseguraron que no hay garantías ni voluntad política real para resolver el problema desde la raíz, pues las decisiones —afirman— se toman sin consultarles ni respetar sus derechos laborales.

 

La tensión sigue creciendo en Apizaco entre la administración municipal y el comercio informal, en un contexto donde las promesas de orden y diálogo parecen convertirse, para muchos, en imposiciones disfrazadas de acuerdos.