Gobierno rico, pueblo pobre: Alcalde de Tlaxcala gana más de 74 mil pesos, mientras la capital se cae a pedazos

 

 

Vecinos de distintas comunidades y colonias señalan que mientras el alcalde y funcionarios de primer nivel gozan de altos sueldos, los problemas reales del municipio siguen sin resolverse.

 

 

 

A pesar de que Tlaxcala capital enfrenta múltiples necesidades sociales sin atender, su alcalde, Alfonso Sánchez García, se encuentra entre los presidentes municipales mejor pagados del estado y del país, con un sueldo mensual de 74 mil 200 pesos, de acuerdo con información oficial.

El municipio, que cuenta con el mayor presupuesto del estado —355.6 millones de pesos en 2025—, sigue arrastrando rezagos en servicios públicos, infraestructura básica y programas de apoyo social, lo que ha generado un creciente malestar entre la ciudadanía, que percibe una brecha cada vez más amplia entre el gobierno y la población.

Vecinos de distintas comunidades y colonias señalan que mientras el alcalde y funcionarios de primer nivel gozan de altos sueldos, los problemas reales del municipio siguen sin resolverse: calles sin pavimentar, alumbrado público deficiente, inseguridad creciente y falta de apoyos en zonas marginadas.

“El presidente vive muy bien, pero nosotros seguimos igual o peor. No hay apoyo, no hay obra, pero él sí cobra como si gobernara una ciudad de primer mundo”, expresó una vecina del centro histórico.

Organizaciones civiles y líderes comunitarios han calificado esta situación como un ejemplo del modelo de “gobierno rico, pueblo pobre”, denunciando que el presupuesto no se está distribuyendo con equidad ni transparencia.

Además, cuestionan el bajo impacto de la administración municipal en políticas públicas efectivas, a pesar de contar con uno de los presupuestos más altos del estado. «Lo que más molesta es la indiferencia. La capital debería ser un ejemplo de gestión eficiente, no una burbuja de privilegios», señaló un activista local.

Y es que el salario del edil supera el de muchos otros alcaldes en el país con municipios incluso más grandes y complejos, lo que ha generado críticas por la desproporción entre el nivel de ingreso y los resultados tangibles de su gestión.

Mientras tanto, la presión social aumenta, exigiendo rendición de cuentas y un uso más justo de los recursos públicos, ya que el alcalde se ha enfocado solamente a utilizar su cargo como una catapulta para alcanzar su ambición de convertirse en candidato al gobierno del estado, en tanto las labores del Ayuntamiento se encuentran descuidadas y sin atención, perjudicando los intereses y el desarrollo de los habitantes.