La denuncia a la letra dice: Hoy vengo a levantar la voz como una ciudadana que fue sujeto de un asalto en el cual no solo me despojaron de mis bienes, sino que atentaron contra mi integridad física, psicológica, social, emocional y económica.
Hoy quiero señalar el hecho de que no acepto que ser mujer sea una condición de vulnerabilidad; que caminar en ciertas zonas, cuadras o avenidas implique atentar contra mi propio bienestar. No estoy dispuesta a normalizar la violencia en las calles como una situación inherente a caminar a «deshoras» cuando el bienestar de los ciudadanos es un compromiso del Estado y no tendría que ser algo que le pueda pasar a cualquiera … no debería pasarle a nadie.
La inseguridad es, sin duda, una consecuencia directa de la pobreza, que es un problema que no sólo se relaciona con la capacidad adquisitiva de las personas, sino con contar con la instrucción, los recursos y las herramientas que les permitan desarrollar nuevas habilidades y talentos para aportar lo mejor de sí a su comunidad, a su pueblo, su municipio, su estado o región.
Es indispensable hacer un alto y observar nuestro entorno. El hacernos daño no enriquece a nadie, no hay botín que pueda compensar La conciencia tranquila de las personas. No hay beneficio verdadero en convertirse en parte del crimen organizado y ser parte de las estadísticas. Somos seres humanos, con derechos irrenunciables y compromisos para con nuestra sociedad.
Practicar los valores morales y éticos no es una moda, son el único camino que puede conducirnos a otra realidad. No es una utopía, pero sí implica tomarse en serio el papel de ser un agente de cambio para que un asalto no sea considerado como un acontecimiento inevitable como la lluvia o un temblor. Delinquir o generar beneficios es una decisión personal que tiene consecuencias para quien la lleva a cabo y para quienes les rodean.
No, no vengo como una víctima a quejarme de mi desventura. Vengo como una mujer dueña de sus decisiones, como un agente de cambio que elige proponer soluciones en lugar de culpar a otros de la situación.
Hoy quiero exhortar a otras mujeres, a hombres y a los diferentes sectores de la sociedad para que pongamos un límite a la inseguridad, a crear un nuevo punto de partida; en donde vivir un asalto, un secuestro, un feminicidio o un homicidio no sea inevitable, que no sea algo que le pueda pasar a cualquiera. NADIE DEBE VIVIR CON MIEDO Y NADIE DEBE VIVIR DEL MIEDO. El cambio está en nosotros. Estoy dispuesta a generar ese cambio.
La excandidata a gobernadora, Liliana Becerril, dice que fue víctima de asalto
