Soy el caracol y sé que a veces no te gusto porque me alimento de las hojas de tu jardín o de tus plantas, pero, por favor, ¡no me quites la vida con venenos que me hacen sufrir y contaminan tu jardín! Si pones café alrededor de tus plantas, yo me mantendré alejado y alimentarás la tierra porque es un fertilizante.
Si me ves atado a un jarrón, no me arranques de allí, mi cubierta protectora se romperá y perderé la vida.
Si ves que me siguen gusanitos, no intervengas, son mis pequeños que parí. Nacen sin concha, son muy delicados. Luego, al cabo de poco tiempo, la naturaleza les proporcionará un diminuto caparazón blando. ¡No lo toques, es frágil! Pocos de mis pequeños sobreviven. Pero somos animalitos útiles para el biosistema.
Nuestra historia es muy antigua. Ayúdanos a sobrevivir.