Es por miedo y dolor, no aprende nada más que a bajar su autoestima y confianza, a obedecer sin cuestionar y a sentir inseguridad.
Su corazón se cierra, sus oídos se vuelven sordos, su comprensión disminuye…
Cuando gritas, lo tratas mal, lo humillas o desvalorizas, quedan secuelas emocionales, heridas, bloqueos, recuerdos negativos de los que tendrá que recuperarse.
Además, le estás enseñando a comunicarse de ese modo y esto lo aleja de crear relaciones armoniosas.
En cambio, cuando le das protección, seguridad, amabilidad, cariño, comprensión, se relaja y su entendimiento se abre al aprendizaje, su cerebro crea nuevas conexiones para aprender, crecer y mejorar.
Aquí el gran desafío es controlar tus emociones y no estallar de «malas maneras» con tus hijos.
Ser el dueño de tu sentir para poder actuar en equilibrio y aprender a gestionar tus emociones de forma adecuada». ¿Qué opinas de esta reflexión?