El pasado domingo 15 de septiembre, el Presidente Andrés Manuel López Obrador dio el último grito de su sexenio, en conmemoración del inicio de la gesta independentista.

Lo hizo ante miles y miles de seguidores que eufóricos corearon cada uno de los vivas, cada una de las frases que marcaron los principios con los que buscó gobernar como el amor, la fraternidad universales y la solidaridad, y los mueran a las frases en repudio al racismo, al clasismo, a la avaricia y más.

Termina así el histórico sexenio que marcó el rompimiento de un modelo político y de gobierno fundamentalmente corrupto, saqueador y entreguista de la riqueza de la nación.

Ese entramado de complicidades entre los tres poderes del Estado, ejecutivo, legislativo y judicial; los poderosos medios de comunicación, las cúpulas de los partidos que conformaron este régimen, el PRI, PAN y sus aliados y satélites, y por supuesto, poderosos empresarios nacionales extranjeros, cuyas corporaciones alcanzaron prácticamente todos los sectores de la economía.

Son tantos y tantos los logros alcanzados por AMLO, que cualquier resumen estaría incompleto siempre, pero los mexicanos siempre recordaremos que una amplia y profunda política social fue plasmada en la constitución, destacando los apoyos a los adultos mayores, a personas con capacidades diferentes, madres solteras y jóvenes construyendo el futuro por citar algunos.

Se desmantelaron los salarios onerosos y ofensivos de los altos servidores públicos, así como la eliminación de las absurdas pensiones a los ex-presidentes, configurando así una sana austeridad en el funcionamiento del gobierno.

Se combatió frontalmente el flagelo y la sangría de recursos como la condonación y evasión de impuestos a los amigos del régimen del prian, se redujo a lo mínimo el problema del huachicol a los ductos de PEMEX y por el contrario, se aumentó significativamente la recaudación fiscal sin el aumento de impuestos.

Las cifras oficiales y reconocidas por organismos internacionales señalan un aumento histórico de la inversión extranjera directa y de las reservas internacionales del Banco de México.

Se enfrentó una dolorosa etapa marcada por la pandemia de mejor manera que muchos países, todo sin endeudar más al país y priorizando la vida de las poblaciones más vulnerables, tal como lo demuestra el gradual proceso de vacunación de todos nosotros contra el COVID-19.

Se iniciaron y prácticamente se terminaron obras de infraestructura estratégicas por su importancia, destacando entre otras el Tren Maya, el tren interoceánico que comunica el océano pacifico con el golfo de México, la refinería de Dos Bocas y muchas otras de menor atención mediática.

AMLO pasará a la historia como el primer presidente que no genere devaluación de nuestra moneda, en 2018 el pesos estaba en 20.2 pesos por dólar, a menos de dos semanas de que termine su mandato, el que fue llamado súper peso, está en 19.02 pesos por billete verde, sin olvidar que llegó a estar hasta en 16.50, algo único en la historia económica de México.

Por todo lo anterior y más, es que la elección del pasado dos de junio fue un referendo a su gobierno, el resultado fue una aún más aplastante victoria que en 2018, ante una oposición pírrica y perdida.

Los más de 35 millones de votos obtenidos por Claudia Sheimbaun y el logro de la mayoría calificada en la cámara de diputados y prácticamente también en la de senadores, son la confirmación de los ciudadanos de que el camino, aun con sus detalles, es el correcto.

Tal triunfo de la coalición 4T, representa el mandato del pueblo por consumar las reformas pendientes en el legislativo como la energética y financiera, así como el visto bueno por continuar con el proyecto de cambio para la primera presidenta en la historia de México.

La reciente aprobación y promulgación de la reforma al poder judicial, reviste la última y más humillante derrota para la oposición, la cual se atrincheraba en su último coto de poder y resistencia. Y todo ello, sí, todo ello se debe al factor AMLO, a él se deben estas condiciones políticas.

De la oposición no vale más que decir, que sigue enredada en su descredito y desgaste y continúa con sus patéticos intentos de desprestigio, el último, la carta de Genaro García Luna, el narco secretario de seguridad pública del usurpador Felipe Calderón, en la que trata de vincular a AMLO con el crimen organizado y la aparición del responsable de la estafa y fraude del FOBAPROA y el represor ex-presidente Ernesto Zedillo; no han entendido la lección de las urnas.

Se va ya, el mejor presidente de la república en la historia de México.