Los habitantes, hartos de promesas vacías y eventos sin sentido, han alzado la voz; piden la destitución del nefasto alcalde.
Santa Cruz Tlaxcala se hunde en la inseguridad mientras su presidente municipal, Omar Maldonado Tetlalmatzi, parece más interesado en montar espectáculos que en proteger a sus ciudadanos. En menos de un mes, la Casa de Autorrealización ha sido robada por segunda vez, sin que exista una sola medida concreta por parte del gobierno municipal para frenar la delincuencia.
Los habitantes, hartos de promesas vacías y eventos sin sentido, han alzado la voz: “Ya basta de bailes y circo, queremos seguridad”. El clamor popular no es gratuito. A diario, vecinos denuncian asaltos, robos a negocios y casas habitación, mientras la administración municipal parece más preocupada por organizar fiestas que por invertir en prevención del delito.
En la primera ocasión, un médico fue brutalmente golpeado para despojarlo de su vehículo, y el único “trabajo” de la policía fue tomar fotografías. Hoy, una nueva incursión delictiva confirma lo que ya es evidente: la estrategia de seguridad en Santa Cruz Tlaxcala es inexistente.
Lo más indignante es la hipocresía del discurso oficial. Justo el mismo día en que se cometía el segundo robo, el alcalde presidía la Mesa de Seguridad para la Construcción de la Paz, alardeando de que su municipio es “uno de los más seguros”.
Mientras Omar Maldonado hablaba, la delincuencia actuaba impune a escasos metros.
La población exige respuestas reales, no fotos para el Facebook ni shows disfrazados de gobierno. Es momento de que el alcalde deje el micrófono, se baje del templete y empiece a gobernar. Y si no puede —o no quiere— cumplir su deber, lo más decente sería que renuncie.