Obra del escultor Nicola D’Antino e inaugurada en 1934, esta fuente se ha convertido en uno de los íconos de la ciudad. Representa a dos mujeres que vierten agua desde una vasija, y está situada en la plaza homónima, justo frente al Castillo Español.
Lo que hace especial a esta fuente es el fenómeno óptico que ocurre durante ciertos atardeceres. Cuando el sol se alinea perfectamente con el chorro de agua que cae de la vasija, su luz dorada se refracta en las gotas y crea un efecto visual sorprendente: parece que las figuras están arrojando fuego o lava incandescente.
Este efecto es completamente natural, resultado de la interacción entre la luz solar y el agua, y solo puede verse bajo condiciones muy específicas de luz y ángulo.
Un hermoso ejemplo de cómo el arte y la naturaleza pueden unirse para crear momentos únicos e inolvidables.