“El Negro”, como lo conocen, es un perrito que desde hace días no se despega del negocio donde su dueño fue asesinado. No come, no juega, no se mueve… solo observa la cortina metálica, como si esperara que su mejor amigo salga de nuevo.
Vecinos y comerciantes han intentado ayudarlo, pero su lealtad es más fuerte que el hambre o el frío.
Una historia de amor incondicional que, una vez más, nos demuestra que el vínculo entre un perro y su humano va más allá de la vida.