“Cuando era niño, mi hermano falleció por la misma condición que yo, solo que con más complicaciones. Tenía apenas cuatro años cuando un paro respiratorio se lo llevó… y yo apenas cumplía uno. Desde entonces me quedó la espinita clavada de tener un hermano. Incluso una Navidad le pedí a Santa que me trajera uno.
Tal vez por eso me aferraba tanto a mis amigos . No soportaba que se fueran de mi casa cuando jugábamos o hacíamos pijamadas. Y para que se quedaran, pedía pizzas por teléfono.
No era que quisiera ‘comprar’ su amistad, era que deseaba que se quedaran un rato más.
Pasábamos horas en videojuegos , construyendo casitas y charlando hasta la madrugada Ellos eran mi familia elegida, y yo quería que esos momentos fueran eternos.”
Abel Sáenz R., conocido como Abelito, sobre la amistad y los recuerdos de su niñez.