Autoridades de salud dejan a su suerte a pacientes renales tras cierre repentino de unidad de hemodiálisis

 

Más de 14 pacientes por turno han quedado sin acceso al tratamiento que sustituye la función de sus riñones. 

 

 

 

En un acto que raya en la negligencia, autoridades de salud del estado permitieron el cierre, sin previo aviso ni explicación, de la unidad de hemodiálisis en Apetatitlán, dejando a decenas de pacientes renales literalmente en el abandono.

Para ellos, esta no es una molestia burocrática ni una falla administrativa más: es una sentencia de muerte anunciada.

Desde la madrugada, personas con insuficiencia renal crónica —que dependen de tratamientos regulares para seguir con vida— acudieron como cada semana a su cita médica. Lo que encontraron fue un centro médico cerrado, sin personal, sin información, sin un solo responsable dando la cara. La escena, además de inhumana, expone la fragilidad y el desprecio con el que las autoridades manejan la salud pública.

“Llegué a las 7:00 a.m. como siempre. La unidad cerrada, nadie sabía nada. Nos dejaron solos, como si nuestras vidas no valieran”, denunció Alejandro Méndez, uno de los afectados. Como él, más de 14 pacientes por turno han quedado sin acceso al tratamiento que sustituye la función de sus riñones. Saltarse una sola sesión puede desencadenar complicaciones graves e incluso la muerte.

Lo más grave es que hasta el momento, ni la Secretaría de Salud de Tlaxcala ni el gobierno estatal han emitido una sola declaración oficial. Ningún protocolo, ningún plan emergente, ni siquiera una explicación. El silencio es total, mientras decenas de familias viven horas de angustia y desesperación.

La falta de comunicación, de rutas alternas de atención médica y de responsabilidad política revela un profundo desprecio por las personas más vulnerables del sistema.