El miedo reina en las calles y la esperanza se desvanece. La ciudadanía exige respuestas, exige seguridad, exige acción. Pero desde el palacio municipal, lo único que se escucha es promesas rotas y mentiras.
El municipio de Apizaco vive una pesadilla diaria. La inseguridad ha alcanzado niveles alarmantes y, para sorpresa de todos, el propio alcalde Javier Rivera Bonilla lo ha confirmado: los robos están fuera de control, y su policía está a medias.
En una entrevista transmitida por redes sociales, el edil lanzó una declaración que cayó como bomba entre la población: menos del 50% de los elementos de la policía municipal están certificados. Esta admisión ha sido interpretada por miles como una señal inequívoca de que la delincuencia ha ganado terreno y el gobierno ha perdido el control.
Robo de vehículos, saqueos a comercios, asaltos a mano armada, atracos a transportistas y hasta despojos en plena vía pública son ya parte del día a día en Apizaco. Y mientras los ciudadanos claman por protección, lo único que reciben son excusas.
«Ya ni podemos salir tranquilos, nos sentimos abandonados. ¿Para qué queremos una policía que no está capacitada?», escribió una vecina indignada durante la transmisión.
La reacción fue inmediata. Una ola de críticas y reclamos inundó las redes sociales, exigiendo la renuncia del alcalde y calificando su administración como un “desastre sin rumbo”. Para muchos, su declaración no fue un acto de transparencia, sino la prueba final de su incompetencia.
El miedo reina en las calles y la esperanza se desvanece. La ciudadanía exige respuestas, exige seguridad, exige acción. Pero desde el palacio municipal, lo único que se escucha es promesas rotas y mentiras del alcalde que dice trabajar en estrategias de seguridad y en los hechos la inseguridad está imparable y se ha desatado pese a los discursos fallidos.