El supuesto festival con causa social ha resultado ser un nuevo montaje publicitario, que no solo defraudó a quienes confiaron en su realización, sino que también refleja el total desprecio del edil por la rendición de cuentas y la ética en el servicio público.
La administración del alcalde Alfonso Sánchez García ha cruzado un nuevo umbral de desvergüenza pública. Ahora, es apodado por muchos ciudadanos como “el rey del fraude”, tras organizar un supuesto evento con causa social que jamás se llevó a cabo y del cual nunca se ofreció explicación alguna: el “Cumbiatón Fest”.
Fue el 3 de junio cuando, con evidente ánimo protagónico, el edil morenista anunció con entusiasmo la realización de este festival, presuntamente en apoyo a familias vulnerables de 29 zonas prioritarias de la capital. Se prometieron entradas gratuitas a cambio de productos de la canasta básica y una zona “VIP” con boletos de pago. El evento fue programado para el sábado 14 de junio… pero nunca existió.
Sin previo aviso ni pronunciamiento posterior, el “Cumbiatón Fest” simplemente desapareció, como tantas otras promesas de esta administración. Ni un solo comunicado, ni una disculpa pública, ni la mínima muestra de respeto a la ciudadanía que creyó en la palabra del alcalde.
Este episodio no es un caso aislado, sino parte de un patrón de opacidad, engaño y desinterés por las verdaderas necesidades de la población. Mientras colonias enteras carecen de servicios básicos, calles siguen intransitables y el abandono municipal es evidente, el presidente municipal invierte su tiempo en campañas personales y en alimentar su imagen, aunque sea a costa del engaño público.
El supuesto festival con causa social ha resultado ser un nuevo montaje publicitario, que no solo defraudó a quienes confiaron en su realización, sino que también refleja el total desprecio del edil por la rendición de cuentas y la ética en el servicio público.
Con esta nueva polémica, el gobierno municipal de Alfonso Sánchez García pierde aún más credibilidad, mientras crece el descontento ciudadano por una administración que, aseguran, está más interesada en el espectáculo que en gobernar con responsabilidad.