Exdirigentes y simpatizantes del partido lo acusan de haber operado activamente en contra de su propio instituto político, debilitando su estructura en el estado a cambio de favores personales.
“Mi agradecimiento profundo a la presidenta Claudia Sheinbaum por considerarme para esta honrosa misión”, expresó el exgobernador de Tlaxcala, Marco Antonio Mena Rodríguez, al presentar su plan de trabajo como próximo cónsul general de México en San Francisco, California, designación que ha generado fuertes críticas y cuestionamientos en distintos sectores políticos.
Por esta designación, Mena exmilitante del PRI, fue señalado durante su administración por entregar políticamente la gubernatura a su cuñada Lorena Cuéllar Cisneros, actual gobernadora morenista, lo que fue interpretado por muchos como una traición al priismo local.
Exdirigentes y simpatizantes del partido lo acusan de haber operado activamente en contra de su propio instituto político, debilitando su estructura en el estado a cambio de favores personales.
Tras dejar el gobierno estatal, Mena fue recompensado con la titularidad de la Lotería Nacional, y ahora, con este nuevo nombramiento diplomático, sus críticos aseguran que se confirma lo que ya era evidente: una trayectoria marcada por el oportunismo político y la incongruencia ideológica.
«Se trata del peor personaje en la historia política reciente de Tlaxcala», señalaron voces priístas que lo acusan de haber pactado con Morena para asegurarse un futuro político, mientras abandonaba a la militancia que lo llevó al poder.
El nombramiento ha sido interpretado como parte de las cuotas políticas y favores cobrados en la cúpula del poder, donde la lealtad partidista parece cada vez menos relevante frente a las conveniencias personales.
Aunque Marco Mena busca posicionarse ahora como diplomático, la sombra de sus decisiones como gobernador continúa persiguiéndolo.
Muchos se preguntan si representará dignamente a México en el exterior, cuando en su estado natal aún se le señala por dividir, traicionar y desmantelar a su propio partido.
