Comer chocolate, especialmente oscuro, puede reducir la inflamación y mejorar tu salud
El chocolate, uno de los placeres más grandes para muchos. No solo sabe delicioso, sino que también tiene un montón de beneficios para nuestra salud. Puedes disfrutarlo de mil maneras: caliente, en batidos, como parte de un postre saludable o directamente en trozos. Y aquí viene lo mejor. El chocolate tiene el poder de combatir y reducir la inflamación crónica. Sí, leíste bien, ese mismo chocolate que te hace feliz puede ser un superhéroe para tu salud.
La inflamación crónica es un problema que puede ser provocado por muchas causas, desde la obesidad hasta enfermedades como la artritis o la colitis ulcerosa. Incluso, algunos estudios indican que quienes padecen la enfermedad de Crohn tienen un riesgo mayor de cáncer de colon. Así lo asegura el Instituto Nacional del Cáncer (NIH). Pero aquí es donde el chocolate entra en acción de acuerdo a los expertos.
Lona Sandon, PhD, RDN y profesora asociada del Departamento de Nutrición Clínica de UT Southwestern en Dallas, cita un análisis que revela que consumir chocolate puede disminuir y hasta prevenir este tipo de inflamación. La clave está en los flavonoides, unos poderosos antioxidantes del cacao que ayudan a reducir la inflamación. Lo mejor es optar por chocolate con al menos 70% de cacao, es decir, chocolate negro puro, que es el que tiene los mayores beneficios.
Recuerda que 30 gramos al día es la cantidad recomendada. Puedes disfrutarlo con fruta, semillas o incluso en tu bebida favorita. Y no solo eso, ¡hasta ayuda a mejorar tu piel! Según la UNAM, el chocolate oscuro no provoca acné, sino que, gracias a sus antioxidantes, fenoles y catequinas, regenera la piel y reduce la inflamación.
Chocolate para reducir la inflamación: Datos curiosos sobre el cacao
El cacao tiene una larga historia. Los olmecas fueron los primeros en cultivarlo en lo que hoy conocemos como México, y lo usaban no solo como alimento, sino también como unidad monetaria. Al llegar los españoles, el cacao se expandió a Europa. Fue en 1826, que el holandés Coenraad Johannes van Houten inventó un proceso para convertirlo en polvo, que más tarde se usó con leche. Así lo contó la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco).