La historia de Don Gustavo está conmoviendo a todos: con mucho esfuerzo abrió su restaurante para salir adelante, pero también para darles una mano a los perritos callejeros que llegaban con hambre.
Nunca los ignoró: les puso platitos de comida, agua y hasta los llevó a la veterinaria con su propio dinero. Les creó un rinconcito limpio afuera de su local, sin molestar a los clientes, solo para que no pasaran hambre.
Hoy las autoridades quieren cerrarle su negocio, argumentando que no puede atender perritos ahí. Si lo cierran, no solo perderá su sueño… también los peluditos perderán al único amigo que les tendió la mano.
Necesitamos apoyar a Don Gustavo en redes para que no apague su sueño y su ejemplo de humanidad. Porque un lugar que alimenta cuerpos y corazones merece seguir de pie.