Vendía licencias pirata y terminó colgado del poste
En Tláhuac no tramitaban documentos, vendían ilusiones plastificadas. Gerardo “N” jugaba a ser gestor y ofrecía licencias de conducir falsas, bien hechas, bien brillosas… pero tan legales como un billete del Monopoly.
Las daba en mil 700 pesos, porque el fraude también tiene tarifa premium. El teatro se vino abajo cuando un cliente revisó su “licencia” en el sistema oficial y sorpresa: no existía. No estaba en trámite, no estaba en proceso, no estaba en nada. Era puro cartón con foto.
Cuando le pidieron el reembolso, Gerardo aplicó la clásica: se esfumó. Pero Tláhuac no perdona. Lo citaron en el bar La Lotería y ahí confesó que vendía plásticos pirata.
El castigo fue inmediato: poste, emplayado y golpes, porque la devolución de comentarios fue presencial.
Luego, ya bien adornado y con el negocio clausurado, lo entregaron a la policía.
Las licencias: falsas.
La golpiza: 100% original.
