Por Juan Carlos Sánchez García “SAGA” AGENDA TERRITORIAL
Tlaxcala es un estado con una riqueza histórica y cultural innegable, con un pueblo trabajador, orgulloso de sus raíces y comprometido con su tierra. Sin embargo, también es una entidad que enfrenta profundas carencias estructurales que limitan su desarrollo económico y social. Como empresario de la construcción y ex diputado local, he recorrido sus municipios, he escuchado de viva voz las exigencias de sus habitantes y he constatado, una y otra vez, que el gran desafío de Tlaxcala no es sólo crecer, sino crecer con orden, visión y justicia territorial.
Durante las últimas décadas, el crecimiento urbano en el estado ha sido desarticulado. Se han levantado fraccionamientos sin planificación adecuada, se han multiplicado zonas habitacionales sin servicios básicos y se han tolerado prácticas de urbanización irregulares, muchas veces motivadas por intereses políticos de corto plazo. Hoy sufrimos las consecuencias: calles sin pavimentar, drenajes colapsados, deficiente alumbrado público, zonas sin agua potable y escasa movilidad urbana.
En el centro y sur del estado, la mancha urbana ha avanzado sin respetar planes de desarrollo ni estudios de impacto. Municipios como Apizaco, Zacatelco o Chiautempan presentan problemas serios de congestionamiento vial, saturación de servicios públicos y falta de espacios verdes. Mientras tanto, las regiones más alejadas, como la zona oriente y la sierra, continúan olvidadas, sin caminos seguros, sin inversión en infraestructura básica, sin oportunidades reales para detonar su desarrollo.
Es evidente que Tlaxcala necesita una política integral de ordenamiento territorial que no sólo ponga reglas al crecimiento urbano, sino que lo dirija hacia la sostenibilidad, la equidad regional y la competitividad. Esto requiere valentía política, capacidad técnica y, sobre todo, una visión de largo plazo. No se trata de frenar el crecimiento, sino de conducirlo inteligentemente.
El estado debe actualizar y aplicar de manera estricta sus programas de desarrollo urbano, armonizarlos con las agendas municipales y vincularlos con un nuevo modelo de movilidad sustentable. Las zonas metropolitanas deben dejar de ser sólo conglomerados caóticos de viviendas y comercio, y convertirse en espacios planeados, funcionales, seguros y resilientes.
Tlaxcala también enfrenta un rezago grave en infraestructura carretera e intermunicipal. Muchas de las vías de comunicación están deterioradas, con señalamientos deficientes y carentes de mantenimiento. Esto no sólo afecta la seguridad vial, sino que limita el comercio local, la atracción de inversiones y el turismo. Urge una inversión estatal seria para rehabilitar caminos rurales, construir accesos industriales y modernizar nuestras arterias viales estratégicas.
Además, como empresario, sé que el desarrollo de infraestructura no es sólo una obra física. Es una herramienta para redistribuir la riqueza, generar empleos y elevar la calidad de vida. Cada calle pavimentada, cada red de agua, cada parque construido significa dignidad para una comunidad. Y eso debe ser el centro de la política pública.
Otro aspecto fundamental es el acceso a vivienda digna, tema que ha sido relegado en la política social de Tlaxcala. Si bien el estado ha mantenido tasas de pobreza inferiores al promedio nacional, miles de familias viven aún en condiciones precarias, sin servicios y sin certeza jurídica sobre sus terrenos. Revertir esta situación implica un trabajo coordinado entre gobierno, desarrolladores, municipios y ciudadanía, con reglas claras, transparencia y voluntad para construir no sólo casas, sino comunidades.
Finalmente, Tlaxcala debe abrazar una nueva cultura del desarrollo con perspectiva regional. No se puede seguir concentrando toda la inversión en los mismos polos de siempre. Hay que mirar hacia el norte, el altiplano, la frontera con Puebla y el sur del Estado. Sólo así se construirá una entidad más equitativa, con oportunidades reales en todos sus rincones.
Tenemos lo más importante: talento, historia, ubicación estratégica y una sociedad que quiere salir adelante. Lo que necesitamos es sumar experiencia técnica, liderazgo con visión y un plan de infraestructura y desarrollo urbano que ponga a Tlaxcala en el siglo XXI.
Mi compromiso, como tlaxcalteca es seguir alzando la voz por un estado donde el desarrollo no sea privilegio de unos cuantos, sino derecho de todos. Tlaxcala lo merece, y no podemos seguir postergando el futuro. El momento de actuar es ahora.